Vietnam como lo soñe
329 560 kilometros cuadrados en movimiento, 85 262 356 almas activas, en un pais con un pasado enraizado en su cada dia, un presente dinamico y un futuro anhelado.
Exotico y sorprendente, Vietnam esta envuelto en la magia del dragón, elemento mistico de su cultura. Simbolo que se encuentra por doquier : por su constitucion geografica, podemos imaginar abordarlo por sus ojos, las sorprendentes ciudades de Saigon y Hanoi y perdernos en su corazon, Hue, el centro de este ser magico que, en conjuto, con su aroma a incienso y su fuerza espiritual, impregnan de energia el paso de la humanidad.
Cada uno de sus habitantes, seres humanos y edificaciones, esta marcado por la batalla de siglos de dominación: francesa, de los Estados Unidos de Norteamérica, China. Al deambular por las bulliciosas calles y avenidas o por las veredas de sus arrozales y selvas es difícil imaginar que en un pueblo de sonrisas se ha sufrido tanto ya que hoy, se respira el deseo de caminar sobre su propio destino, en paz y con el maravilloso sueño, hoy real, de la libertad, con miradas que impregnan esperaza.
“Xin chào m?ng b?n” se escucha por las calles al ver recorrerlas a alguien fuera de lo cotidiano, quien es bienvenido a ser parte de su cotidianeidad. A explorar la vida de los vietnamitas, que de alba a alba es un festín de colores, sabores, aromas y expresiones.
Las puertas están abiertas como los corazones. Inmersas en el calor familiar durante la convivencia diaria y permanente con propios y extraños, se comparte la vida en las banquetas y avenidas, en donde encuentras, vayas donde vayas a alguien apostando por una vida mejor a través de un juego de azar o ajedrez típico. Compartiendo días de trabajo bajo el sol campirano a través de frutas y legumbres exóticas, descansando sobre una hamaca del intenso calor o simplemente viendo la vida pasar bajo su sombrero cónico.
La gastronomía se vive intensamente en cualquier esquina, ver a alguien cocinando un “pho” o “Luk Loc”, asando un trozo de carne a la brasa; los arrozales verdes e inundados que dominan los paisajes rurales se trasladan a las ciudades para alimentar a su población, los mercados son bulliciosos y abundantes, el pescado siempre fresco, proveído por formas de pesca tradicional, jugos de frutas con un sabor y color intenso… los noodles.
Se vive en el exterior, cerca del centro del mundo, en cuclillas o banquitos con un vaso de café hecho lentamente, con un sabor especial, frío o caliente, blanco o negro, es la delicia para cualquier paladar; la cerveza o “bia hoi” también recién elaborada a la usanza del lugar, un pretexto mas para estar afuera, en donde todo pasa y todo queda.
Los abuelos comparten la historia, expresada en cada una de sus arrugas de experiencia ; personajes anónimos, físicamente marcados, crean conciencia en el futuro de su nación dentro de la inocencia de los niños, que alegremente juegan por las calles o en el campo, dejando atrás la historia que hoy comienza a desaparecer, adquiriendo conocimientos; concientes del como vivir y no luchar por sobrevivir.
El banquete esta servido sobre la mesa, no hay nada que esconder, el calor del sol se acerca a cada persona en su vida diaria y la luz de la luna y estrellas iluminan la ausencia de monotonía.
El motor del alma de las ciudades es como cada uno de los motores de los cientos de motocicletas que abarrotan las calles día y noche, donde su estruendoso sonido retumba en el silencio de las pagodas y sus plegarias. Cruzar la calle es casi un acto de fe, la rapidez no es tan importante como la decisión de llegar a tu destino, mientras que eres esquivado o sorprendido por el claxon, o si vas montado en una de ellas eres saludado con un gesto afectuoso o una palmada fraternal desde el vehículo de dos ruedas ubicado a tu costado.
Las luces neón iluminan la acción nocturna en las grandes ciudades.
El sonido de la selva inmaculada, protectora de cientos de especies descansa junto a sus habitantes bajo la protección de árboles majestuosos.
En el campo y la montaña, 54 etnias indígenas comparten el territorio, en el cual se respira aire puro y la promesa de un nuevo futuro.
En las costas, durante el amanecer, solo el sonido de las olas acompaña el barullo de miles de mujeres, ofreciendo cantidad de frutos del mar. Los pescadores arriban en barcos que algún día, fueron parte de la odisea y escapatoria para los “boat people” y hoy, en los puertos y bahías, los muelles solo son escenario de prosperidad.
Cada habitante, inmerso en un caos ordenado y energía - visible en lo alto de sus postes de electricidad - circula en las ciudades, iluminando su fe por medio de una infinidad de inciensos encendidos en los templos u honrándole culto a sus ancestros, protectores de los hogares.
El día ve correr cada segundo el pasado frenéticamente, en la realidad del trabajo diario, viviéndolo plenamente y escapando de él espontáneamente, seguros de que un futuro prodigioso los espera; manifestado en infantes uniformados, deseosos de absorber todo lo que el mundo hoy les ofrece ; nunca dándole la espalda a su cultura, compañera desde hace siglos.
Vietnam es un mosaico de sensaciones; su riqueza arquitectónica, artística, cultural y espiritual opaca la pobreza material con fuerza y optimismo. La rapidez con la que el país avanza a pasos agigantados se enfrenta a la lentitud de un momento de reposo. Cada elemento envuelve un todo. Se entrega el alma a cada instante en la sonrisa de sus habitantes y la multitud de colores y sabores.
El mosaico se completa con la incomparable belleza de los paisajes, unidos por el agua, elemento imprescindible que lo llena todo, desde el norte con la bahía de Halong hasta el sur con el delta del Mekong.
El sueño se fuga al enfrentarnos con la realidad, que se intenta vivir alegremente pero trae sobre sus hombros diariamente miseria y despecho, bajo la sombra de la libertad controlada por su gobierno comunista.
El terrible presente se vive acompañado de recuerdos que las memorias intentan desvanecer tras la cortina del festín.
A pesar de todo, los terribles recuerdos se disipan de frente a una mirada llena de esperanza, capturada al contacto con los ojos, la belleza y la cultura han perdurado por mas de 4000 años de historia, leyendas y millones de facetas que hoy en 329,560 kilómetros cuadrados en movimiento a través de 85,262,356 almas, vibran.
Karina Alvarado Cancino